martes, 12 de abril de 2011

USOS Y SIGNIFICADOS DE LA TELEVISIÓN EN CONTEXTOS FAMILIARES DE BOGOTÁ

LA TELEVISIÓN

Según los usos y significados de la televisión en contextos familiares de Bogotá[1], la televisión se considerada una tecnología doméstica de gran significado social y cultural de diferentes espacios sociales, políticos y culturales, en los que nacen los procesos de apropiación, por parte de organismos que buscan dominar las mentes con mensajes “sublimes” inmersos en los diferentes mensajes, que cargan en su interior una gran  ideología e intereses de unos pocos, “los dueños del poder”, y por ende de las decisiones y rumbo de nuestras vidas.

La forma o manera como la televisión se ha inmerso en la vida cotidiana constituye un impacto cultural tan sólido que los  estudios sobre televisión se encuentran girando alrededor de  las dinámicas de apropiación en los contextos sociales y culturales de la cotidianidad. Es decir, las diferentes maneras o formas que utilizan organismos de poder para dominar y subyugar el público o la teleaudiencia.

Pero este hecho, a su vez, evoca problemáticas tanto a nivel de recepción, como a nivel social y educativo, donde las finalidades no apuntan a educar a un público, sino a cambiar sus procesos de subjetividades sociales presentes en la vida del sujeto y necesarios para tener una postura con base a apreciaciones o modelos a seguir.   De igual manera, se hace visible una exclusión y cambio en la concepción de sujeto.  Ya no se nos reconoce como personas, ahora somos productos o elementos preferentes y necesarios ante bienes políticos individualistas.   Al respecto, Huergo y Hernández, (1999: 47), expresan que “más allá de las situaciones específicas de ‘recepción’, ‘audienciación’ o del carácter de ‘público’, ‘consumidores’ o ‘usuarios’ que pueden asumir los sujetos, extendiéndose a todas las formas de la vida social.”

Este hecho,  en primera instancia resulta uno de los principales factores, al parecer, por los cuales las miradas de los niños se forman, cambia, se construye y se reconstruye a causa de los giros que da la sociedad y el ámbito en el que se mueve la televisión, y además por los cuales en “Colombia existe tanta violencia y problemáticas de tipo social.[2]”  “la grave situación de violencia cotidiana y política dentro de la cual convivimos, son dos de las razones para pensar en la familia como uno de los núcleos humanos al cual apelar, con miras a buscar transformaciones que sentimos necesarias para la sociedad colombiana” (2000: 107).

Esto lleva a que la televisión penetre e invada las “instituciones de socialización (familia y escuela)”, interviniendo propiamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, donde el niño(a) y el sujeto como tal, piense, viva, actúe, se desenvuelva, cree y establezca, patrones de conducta, que giran alrededor de una cultura y se instauran y prevalecen a lo largo de los siglos si no se procede a intervenir y cambiar las miradas.

La televisión también se conoce con el nombre de “caja idiota”. Puesto que en las relaciones escolares y familiares su uso es distorsionado y se emplea como elemento de salida o entretenimiento  que mitiga obligaciones a padres y maestros, quienes haya en ella la salida para quitarse la carga de tener que pasar o dedicarles tiempo los niños(as).

Ahora bien, este estudio fue realizado en la localidad 12 (Barrios Unidos) de Bogotá, y tomó como punto de referencia  a las familias, por considerar estas como el principal elementos que toman las comunidades televisivas para intervenir y generar dependencias  que incrementen su organización y a la vez que estas familias,  generen o proyecten a  otros el mismo impacto que en ello se ha impartido para así involucrar día a día más sujetos, y se forme una especie de “red televisiva” con suficiente espacio para almacenar e involucrar más y más  personas en este proceso de incursión.

Sin embargo la inclusión de las personas a este proceso de dominación depende en gran medida de “las exigencias y dinámicas temporales de la vida laboral y académicas, externas de los distintos miembros de la familia, así como de las tendencias generales en los gustos frente al consumo cultural” (Bourdieu, 1971).  Es decir, el gran impacto que proyecta la televisión en la vida cotidiana, no es sinónimo de organización o de pautas establecidas en el contexto familiar a momento de sentarse al frente de ésta.  Es simplemente, el hecho de convertir esta acción en una rutina de pertinencia que se realiza siempre y cuando no se tenga que realizar trabajos que me ayuden a subsistir a diario.

BIBLIOGRAFÍA
·         HUERGO, J. y Hernández, M., Cultura escolar, cultura mediática / intersecciones, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 1999.
·         LÓPEZ De La Roche, M.; Martin-Barbero, J.; Rueda, A. y Valencia, S., Los niños como audiencias. Investigación sobre recepción de medios, Bogotá, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Proyecto Comunicación para la infancia, 2000.
·         Tomás Vásquez Arrieta.  Filósofo. Magíster en Sociología de la Educación. Miembro del Centro de Investigaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores y docente-investigador de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. E-mail: tomvasquez@hotmail.com 
·         Alexis V. Pinilla Díaz. Licenciado en Ciencias Sociales. Magíster en Historia de la Educación. Docente e investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional e integrante del Centro de Investigaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores.  E-mail: apinilla@uni.pedagogica.edu.co






[1] Tomás Vásquez Arrieta y Alexis V. Pinilla Díaz. Este artículo s e elaboró con base en el informe final del proyecto de investigación La televisión en la familia y la familia en la televisión, cofinanciado por la Comisión Nacional de Televisión y la Fundación Universitaria Los Libertadores. Además de los autores del artículo, integraron el grupo de investigación los profesores Guillermo Cárdenas, Edgar Robayo y Alejandro Martínez, de la Fundación Universitaria Los Libertadores.
[2] López de la Roche. Martín-Barbero,  (2000)

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