martes, 5 de abril de 2011

¿Desde la perspectiva del consumo qué ideal de ciudadanía se forma en la infancia y cómo podemos hacer resistencia a las imposiciones de este sistema?

 “Niños y niñas no inventan su lugar originario, se lo encuentran en el discurso público y privado que los recibe, los nombra y los evalúa. De ese modo a la infancia con la que venimos trabajando se le puede caracterizar-según el discurso, adherida a las categorías de la ética universalista, base de la cultura política democrática, donde gobernar es otorgar medios y recursos para contentar a los contribuyentes y votantes.”[1]. En este punto  la necesidad de pertenencia para los niños significa estar dentro y ser reconocidos entre unos determinados grupos, donde se evidencia la participación en chats, juegos virtuales y en general como espectadores de publicidad en la multiplicidad de medios masivos de comunicación, que actúan como modelos atrayentes. En este sentido la construcción de ciudadanía que forma la infancia solamente esta mediada por el ejercicio de manipulación de masas, de infantilización de la comunidad, donde se vende la idea de que la ciudadanía se ejerce al cumplir una mayoría de edad, entonces los limites de edades de la infancia se extienden, bajo la premisa de que ser niño o niña tiene grandes ventajas, se podría decir grandes ofertas de consumo, no hay una razón para que los proyectos de control quieran des-infantilizar la comunidad. Por el contrario se generan más mecanismos de subjetivación que impiden el ejercicio crítico. Todo gira en torno a una ciudadanía que ejercemos para un bienestar social, y todos estos mecanismos de consumo, nos ofertan cada vez mas beneficios y comodidades, donde nos acostumbramos a una vida nihilista, viéndolo desde el punto reflexivo del ser humano, ciudadano y ser social.

Por otro lado se está aislando a la infancia y en general a la sociedad de la verdadera identidad que caracteriza la ciudadanía, ya no nos identificamos con la historia, con la verdadera cultura, con lo que encarna ser comunidad y estar en determinado espacio. La cultura  de la que nos apropiamos es prestada. “Ser Ciudadano es tener desarrollado el sentido de identidad y pertenencia en el lugar donde se interactúa socialmente, en el habitad donde se desenvuelven los individuos con responsabilidad, derechos y obligaciones.”[2]
El ser ciudadano no significa  únicamente tener derechos, sino también,  tener capacidades  y  oportunidades efectivas que garanticen su ejercicio.  En esta sociedad que inevitablemente se caracteriza “de consumo” podríamos decir que consumir, con las diversas formas que encarna este concepto, es una forma de participar. “Incluso,  podría decirse en más de un sentido, que nuestra capacidad de consumir es lo que nos constituye en sujetos políticos. Esto significa que el “poder ciudadano se limita al poder adquisitivo.”[3] Decir, que quien no tiene capacidad de acceder a los objetos de consumo no es nadie, y es, literalmente, insignificante; es invisible. Se diría que en la sociedad de consumo el mercado es ahora el auténtico detectador de ciudadanía. Si se quiere ser eficaz contra la sociedad de consumo, habría que lograr un status de ciudadano preocupado por las cosas públicas, donde la atención de dicho estado y de la educación y sus instituciones se vea puesta hacia el objetivo de generar una transformación en el pensamiento social desde la infancia.
La infancia es el principal objetivo del mercado, en nuestros días no se habla de sujetos ciudadanos sino de usuario y cliente, puesto que  las empresas productoras se valen de todo lo que el medio y nosotros les brindamos para llevarnos a ser grandes consumidores de lo que ofrecen, manejando así, nuestras decisiones.  Trayendo consigo una exclusión social, puesto que para la sociedad lo importante es que usted no esté  “out”, y siempre siga los parámetros impuestos por la empresa productora por medio de la publicidad. Como lo expresa Skinner: “un mundo en el que el individuo vive subordinado al control de la sociedad”, que el ser mismo, ha cimentado y mantenido durante la constante evolución cultural la cual  ha constituido  prototipos de vida para que toda la sociedad intente o lleve ese modelo así sea una sola  apariencia social.
Pero desgracia, como dice Gilles lipovetsky en su ensayo la felicidad paradójica (2007) “el hiperconsumidor se apoya tanto en sus emociones, que éstas no acaban nunca de ser satisfechas”. Es así, como se reemplaza la cultura propia del ser por una cultura de posesiones, apariencias y demás aspecto que hacen que el humano  pierda su esencia e  identidad, manejando a éste por medio de sus sentimientos, aspectos o instancias que lo hacen vulnerable y facilitan la intervención de diversos estados, sistemas y elementos en ellos, con el fin de conseguir día a día más capital y por ende economía, para los diferentes organismos de poder estatales.   
En este sentido la esperanza de resistencia y lucha, queda en manos de la educación y de los docentes, los cuales deben propiciar una formación del pensamiento, donde se busque el cambio y se oriente hacia una desarrollo de la ciudadanía, a una apropiación de la identidad, de las verdaderas raíces de lo que nos ha constituido históricamente, donde la educación empiece desde lo local, sin decir que lo global es carente de significado, se puede señalar que la globalización ha logrado una aculturación en nuestra sociedad y en nuestros niños y niñas, quienes antes de reconocer lo que nativamente los constituye, se centran en lo que hemos mencionado anteriormente “el consumo”, y consumo en este sentido desde el biopoder. La idea que queda en punta, es que debemos empezar a ser participativos, comunicativos y constructivos, desde masas pequeñas, pero formando una colectividad que de seguro dará como resultado una inquietud en el pensar de la comunidad, lo cual conduce a cuestionar lo que es nuestra vida y transformarla, para dar un paso más grande.



[1] MARINAS, José Miguel. Infancia, Ciudadanía y Medios de comunicación. Política y Sociedad, 2006, Vol. 43 Núm. 1: 159-168
[2] CANO, Zárate José Carlos, Ciudadanía, Participemos activamente, SEP, INEA, México 2007
[3] Benedicto, Jorge. Infancia y juventud: Nuevos sujetos de ciudadanía
JENNIFER VALOYES SALAZAR                                   
PAOLA RUIZ ARCINIEGAS                                           
ASTRID HENAO ALFONSO                                         


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